viernes, 21 de junio de 2013

LA ARMADA INVENCIBLE (LA FELICÍSIMA ARMADA DE FELIPE II)

Fuente: http://teosiesta.files.wordpress.com
En primer lugar se me hace preciso ubicar al lector que en este artículo que os voy a narrar, estamos hablando de la Jornada de Inglaterra acontecida en el verano de 1588, y en el que el monarca español, Felipe II, mandó sus fuerzas por mar a combatir a la Reina de Inglaterra, Isabel I, también conocida como la Reina Virgen, o la infame y hereje reina. En dicha jornada aconteció el fracaso de la empresa desempeñada por el Rey de España, la llamada "Armada invencible" apodada por los historiadores ingleses de la época, y por lo que es mundialmente conocido el fracaso, aunque yo prefiero adoptar el nombre que desde la corte de Madrid se le dio y con la que fue bautizada, "La Felícisima Armada". En dicho artículo intentaré acercar lo acontecido antes y durante el transcurso de la batalla y ser lo más feacientemente posible, porque como diría Aristóteles: "No basta con decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad". Una mentira repetida un millar de veces se convierte en una verdad, y eso fue lo que hicieron los cronistas ingleses de la época, crear un mito de la batalla, para que se entienda, un David contra Goliat, donde claro está, ellos representaban al pequeño y débil reino a punto de ser oprimido por el despótico coloso, y solo por su gran destreza y el amor de Dios pudieron vencer. Claro está que esto no fue así, pero en el memorial de la gente caló rápido, y se confundió lo que en realidad aconteció en la Jornada de Inglaterra, hasta hoy, donde la labor de los historiadores intentan desarbolar el mito y encontrar la verdad de lo sucedido. Dicho todo esto y aclarado, se hace preciso comenzar con lo que allí aconteció.


Felipe II de España
Fuente: www.uv.es
Nos encontramos en el siglo XVI, en una Europa donde Felipe II se erigía como el mayor monarca de la cristiandad y de Europa, y donde España e Inglaterra, habían tenido buenas relaciones a lo largo de casi todo el siglo XVI, recordemos que el propio Felipe II fue consorte de la reina María Tudor de Inglaterra durante cuatro años, antes que un cáncer de ovarios arrebatara la vida a la reina inglesa. Pero dichas relaciones se fueron enfriando en el último cuarto del siglo XVI, la actuación del corso inglés sobre las embarcaciones que hacían la llamada Carrera de las Indias y en el trayecto Medina-Amberes, el entrometimiento inglés en la guerra que el monarca español tenía con las provincias rebeldes en Flandes, primero de manera encubierta mandando tropas y suministros y después de manera oficial con el tratado de Nonsuch de 1585 en ayuda de los protestantes holandeses, y lo más importante, la desvinculación de Inglaterra de la Senda de La Iglesia Católica. Todo esto hacía insostenible la paz entre ambos reinos. Sí le sumamos la condena de muerte de María Estuardo reina de Escocia, que fue confinada desde muy temprano en la Torre de Londres, y que en ella estaban puestas las aspiraciones de Felipe II, para que depusiera a Isabel I y volviera el catolicismo a la Isla.

Francis Drake
Fuente: es.wikipedia.org
Pero, ¿Cual era el motivo de la Gran Armada? Debe entenderse, en mi opinión, como un serio aviso a los ingleses. No se puede suponer que Felipe II quería anexionar Inglaterra al resto de sus territorios, sino volver a restaurar en catolicismo en ella. Se pretendía que las fuerzas de Alejandro Farnesio, Duque de Parma y primo del rey, tomaran la mayor parte de territorio inglés que pudieran y cuando la situación estuviese controlada, los católicos de la isla se revelaran contra su reina y la depusieran, proponiendo para el trono a la dinastía Estuardo de Escocia (que procesaban las doctrinas católicas de Roma). Además, se buscaba acabar con la practica corsaria y con los envíos de ayuda a las provincias rebeldes de Flandes. Así eran las ordenes que Juan de Idiáquez, secretario del rey, hacía transmitir a Medina Sidonia en una carta según Goméz-Centurión: "La intervención de los ingleses en Holanda y Zelanda, junto con su infestación en las Indias y del Océano ha llegado a tal medida que los métodos defensivos ya no bastan a defenderlo todo, sino que obligan a apuntar el fuego en su propia tierra con tal que tengan que replegarse y retirarse de todas partes". Así desde 1574 los planes de la invasión se venían orquestando, con una flota de ciento cincuenta velas fondeadas en Santander, pero una peste desbarató los planes de Felipe II y la empresa se pospuso. Don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, aconsejaba la invasión de Inglaterra con una gran flota, destronar a Isabel I y entronizar a María Estuardo. Con la desaparición de enemigos españoles como Guillermos de Orange y el Duque de Anjou, Isabel I vio serio peligro de su reino, y decidió pasar a una ayuda oficial a los protestantes holandeses en 1585, defendiendo el mal gobierno español sobre los territorios de Flandes y el uso en ellos de la Inquisición. Así el parlamento inglés aprobó mandar a seis mil soldados al mando de Leicester a las guarniciones inglesas de las Provincias Unidas de La Brielle y Flexinga.

En Enero de 1586 una carta de Santa Cruz a Felipe II, según Fernández Duro: "Hallandose con armada y ejército victorioso, ofreciéndome para servir a V.M. en la empresa con la firme esperanza  que saldría con tanta victoria de ella como de las demás que he hecho al servicio de V.M.". Esto era expuesto tras el frenesí victorioso de España en otras empresas como la de Azores en 1583, que el propio Santa Cruz había encabezado. Para él la guerra defensiva sería mucho más costosa que los esfuerzos de una operación de esta envergadura. El informe de Álvaro de Bazán (marqués de Santa Cruz) desde Lisboa el 27 de Marzo de 1586 era de un total de quinientos cincuenta y seis barcos, siendo ciento cincuenta buques de guerra, con ciento cincuenta mil soldados y doscientos caballos, superando una suma de tres millones ochocientos mil ducados, que implicaba la no utilización del ejército de Flandes.

Farnesio por su parte proponía en Abril de 1586 la utilización de treinta mil efectivos del ejército de Flandes y quinientos caballos, a través de una flotilla de barcazas. Para uno la expedición debía ser monumental, y para el otro más pequeña desplegando a los temidos Tercios españoles en suelo inglés. Pero a comienzos de  1587 la Empresa cada vez se hacía más dificultosa, las estimaciones de los gastos de la Armada sugerían que el costo de esta ascendía a siete millones de ducados, cifra muy por encima de la valorada por Álvaro de Bazán. Pero Felipe II no se desanimaba a llevar a cabo el escarmiento a la Reina Virgen, y decidió reunir a los asentistas y banqueros castellanos y genoveses para financiar la guerra, a demás Sixto V reciente Papa estaba buscando su cruzada y alentó al Rey Católico a realizarla, dando la bendición papal a la Empresa. El 8 de Febrero del mismo año se ejecutaba a María Estuardo, y los católicos ingleses tramaban el levantamiento, al cargo estaba Anthony de Babington, cansado de las persecución de católicos que se profesaba en la isla, lo que dio fuerzas al monarca español para proseguir con la construcción de tan gran flota de velas.
Ataque de Francis Drake a la Bahía de Cádiz 1587
Fuente: www.biografica.info 
Enterada Isabel I de que la flota se seguía construyendo, y que Felipe II no descansaría hasta destronarla, decidió reforzar sus costas con fuertes móviles, a demás mandó llamar a toda embarcación para que se pusiera en orden y fuera armada para la defensa del reino. Para ganar tiempo, mandó a Francis Drake, conocido corsario, para que retrasara la construcción de la Armada española haciendo incursiones en las costas de Felipe II. Optó por atacar Cádiz, y en la primavera de 1587 lanzó el ataque con una fuerza de cuarenta naves, y demostrando la maniobrabilidad de sus barcos y el gran despliegue de artillería fue capaz de hundir dieciocho naves y capturar seis. Según J.H. Elliott "Para Felipe II fue una ofensa y quedó demostrado la superioridad naval inglesa, y mandó capturar a Drake a Don Álvaro de Bazán, persiguiéndolo por todo el globo sin darle caza, volviendo a Lisboa con la Armada maltrecha que tuvo que ser reparada, retrasando así la construcción de la Felicísima".

Felipe II furioso, dio por cuarta vez la orden a Bazán de que la flota saliera hacia Inglaterra, y este el 30 de Enero de 1588 le contestaba diciendo que esta, estaba lista, pero no zarparía hasta la llegada de los dineros para la Empresa, por lo que Felipe II escribía al Consejo de Castilla pidiendo los fondos para la Armada. Pero la muerte de Álvaro de Bazán el 8 de Febrero del mismo año trunco la misión y tuvo que ser reemplazado por el Duque de Medina Sidonia, que no tenía experiencia naval y que pese a renunciar al cargo, Felipe II  insistió en que fuera él, así se dirigía en una carta al Rey "Mi conciencia me obliga a renunciar encargarme de este servicio, porque siendo máquina tan grande y empresa tan importante, no es justo que la acepte quien no tiene experiencia de mar ni de guerra, porque no lo he visto ni tratado". Por la muerte de Bazán, Farnesio instó al Rey a posponer la Empresa, dilación que no fue atendida por el monarca quien contestaba así "Yo tengo ofrecido a Dios este servicio", por lo que Felipe II dejaba la batalla más en los designios divinos que en sus propios generales. El Plan ya estaba urdido, la Armada se dirigiría sin detenerse hasta las costas de Flandes, recogería a Farnesio y sus tropas y desembarcarían en Inglaterra para tomar Londres, así rezaba el monarca español: "No queda nada más que hazer por mí parte", dejando el resto de la Empresa en manos de Dios.
Duque de Medina Sidonia
Fuente: es.wikipedia.org 

 Por fin en el verano de 1588 la Armada lista y completa salía rumbo a Inglaterra, siendo avistada el 30 de Julio en la costa inglesa donde estaba la flota inglesa. Los subalternos de Medina Sidonia aconsejaron atacar, pero este sin salirse del plan mandado por el Rey decidió seguir hasta Flandes, a pesar de que en ese momento la flota inglesa sin viento a favor no podía salir del puerto y sería presa fácil para los españoles, error que más tarde pagaría. En Inglaterra atemorizados por el desembarco español, se procedió el 2 de Agosto a la ciudad de Tilbury, donde se suponía que los españoles desembarcarían, incluso la misma reina el 9 del mismo mes arengó en la dicha ciudad a sus tropas. Las primeras noticias de la Armada fueron que había pasado de largo, y la crisis pasó, y la reina regresó a Londres esa misma tarde. La Armada española en formación de media luna y con ciento treinta naves, y fue avistada el 10 de Agosto por Hawkins a Walshinghan, con temor afirmó que era "La mayor que habían visto los mares desde la creación del mundo, y la combinación más poderosa reunida  en toda la cristiandad". Por lo que se puede entender el temor de los ingleses al ver tremendo despliegue de fuerzas por parte del Rey Católico. Se ha de entender que las ciento treinta naves no eran todas buques de guerra, sino barcos mercantes adaptados con poca o nula artillería, ya que las prisas de Felipe II por que se realizara la Empresa llevó a adoptar estas naves para la guerra. Según G.Parker "La escuadra inglesa estaba formada por ciento noventa y siete barcos, de ellos treinta y cuatro de la Reina", el resto de las fuerzas eran corsarias o privadas, además de los barcos de poco calado holandeses, aliados de los ingleses. Aún así, la flota inglesa era bastante heterogénea, cosa que no era la española, con infinidad de distintos barcos, entre buques, galeones, naos, galeras y pinazas, a demás de los barcos de transporte de tropas y viandas. Tampoco debemos obviar, la potencia de fuego inglesa, sus cañones eran los mejores de Europa, y los demás reinos compraban cañones ingleses para equipar sus barcos. La armada española iba equipada con dos mil cuatrocientos treinta y un cañones, casi mil quinientos de bronce y un millar de hierro. En los de grueso calibre los españoles superaban a los ingleses, pero estos eran más pesados y de difícil manejo, mientras que en los de mediano calibre y larga distancia los ingleses superaban a los españoles cuatro a uno, por lo que les permitía alejarse del alcance español y mantener una batalla a distancia, lo que le daba mucha ventaja a los barcos ingleses. Pero, ¿Por qué los españoles siendo más potentes no tenían ventaja en la batalla? La respuesta es sencilla, en la mentalidad española seguía muy presente la técnica medieval del abordaje, por lo que los cañones de larga distancia no eran importantes y sí los de gran calibre, ya que lanzaban una hondanada de proyectiles y se lanzaban al abordaje, mientras que los ingleses habían abandonado aquellos métodos y realizaban una batalla de distancia, de hundimiento de barcos enemigos, por eso tenían superioridad naval. Según los últimos descubrimientos sobre los pecios hundidos españoles en las costas de la Reino Unido, donde se han hallado cañones, los cañones españoles iban montados sobre cureñas de dos grandes ruedas, y no en cuatro como era lo habitual, por lo que se descubre que eran cañones para el ejército de tierra y no para los barcos, lo que esclarece que se usaron los cañones de tierra para artillar los barcos y que una vez tomada tierra inglesa se desmontarían y le servirían a Farnesio para conquistar Londres.
Batalla en Plymouth
Fuente: es.wikipedia.org 
El 10 de Agosto se avista a la Armada en Plymouth donde se preparaba la flota inglesa de Hawkins, al tímido fuego ingles en un primer momento la flota española responde con nada, por lo que los navíos ingleses pierden el temor y se acercan más a los barcos españoles. Los daños ocasionados y los barcos perdidos fueron muy pocos, y atravesado la Armada el Canal de la Mancha se encontró con lo más difícil, atravesar el bloqueo que los barcos ingleses y holandeses tenían hecho frente a las costas de Flandes. Al no ser capaz de romper el bloqueo, y no llegar a los puertos de Niuport y Dunquerque, los barcos españoles entran en una zona de bajo calado, donde sus barcos no son capaces de maniobrar y son hostigados por los ingleses. Mientras tanto, en el buque San Miguel de Portugal, Mediana Sidonia y sus segundos discuten que hacer, y surgen tres opciones: la primera sería rendir la Armada a los Ingleses y recibir el escarnio hasta Londres, lo que era impensable por ser indigno y humillante; la segunda si el viento lo permitía dar la vuelta a la flota e intentar presentar batalla a los ingleses y enlazar con Farnesio en la costa, algo heroico; y la tercera si el viento soplaba en contra, volver a España por la Ruta Norte, una acción casi suicida y la que finalmente se decidió. Sin embargo podían a verse tomado otras dos opciones alternativas como la primera que temían los ingleses, que la Armada anclara en Dinamarca y Noruega y fuese reparada, a demás los ducados de Felipe II comprarían más barcos y hombres y volvería a atacar el Canal; y la segunda, guarecerse en los puertos irlandeses y esperar al año próximo para intentarlo. La Ruta Norte deparó el desastre, algunas embarcaciones encallaron en las costas escocesas y irlandesas, siendo los hombres masacrados por las tropas inglesas, los fuertes temporales hacían casi imposible manejar las naves y algunas se perdieron. Más dolorosa fue la perdida de grandes marinos como Oquendo, Leiva y Moncada, muertos; y Pedro Váldes, Luzón y Pimentel, apresados. El 23 de Septiembre, Medina Sidonia desde Santander mandaba una misiva al rey indicando el maltrecho estado de la flota y de sus doce mil hombres supervivientes. El 29 del mismo mes Felipe II decidió poner fin a la Jornada de Inglaterra.
Ruta elegida por Medina Sidonia para volver a España
Fuente: http://tudorhistory.org

Para el monarca español fue un gran fracaso, y la conducta con Mediana Sidonia fue muy comprensiva, exculpandole del desastre y dejando que se retirara a sus dominios con honores. Felipe II podía tolerar el fracaso, pero no la traición:
"Contra los hombres envié, que no contra los vientos y la mar. Espero que Dios no haya permitido tanto mal, pues todo lo he hecho por su causa."
Así quedaba claro que Felipe II no se hacía responsable del fracaso, sino lo habían querido los designios divinos y por fortuna, las consecuencias no habían sido peores. Algunos como Pimentel descargaron las culpas sobre el Duque de Parma, Alejandro Farnesio, por no estar preparado con sus tropas. Aunque las investigaciones posteriores dejaron la reputación de Farnesio impoluta. Medina Sidonia fue señalado por todos y aunque el rey no lo castigo fue el que cargó con la culpa para todos.

La derrota tuvo mayor importancia en el inconsciente colectivo, tras ella se generó un mito que nada tuvo que ver con lo acontecido en la Jornada de Inglaterra. Según palabras de Garrett Mattingly: "Una heroica apología de la defensa de la libertad contra el tirano". El mito se convirtió en el David contra Goliat, en el débil contra el fuerte. Además la política isabelina sacó gran beneficio, al otorgar a Dios la victoria por su favor divino, usando así el acontecimiento como factor político para legitimar el protestantismo y dio lugar a ataques hacía Felipe II y el catolicismo, como las palabras de Theodore de Bèze, hugonote francés, quien arremetió contra el Rey Católico tachándole de tirano insaciable y al que Dios había castigado su avaricia: "Los vientos han soplado violentísimas ráfagas sobre su orgullo". El príncipe holandés Mauricio Nassau acuñó medallas conmemorando la derrota española contra Inglaterra.

El 22 de Noviembre de 1588 el Consejo de Castilla, tras recibir de sus espías las noticias de un contraataque inglés, ordenó reforzar con dos mil cuatrocientos infantes Santander, tres mil infantes para proteger las costas de Portugal, compañías de infantes y caballerías en las desembocaduras del Duero y el Miño, avisar a Medina Sidonia para que protegiera la costa andaluza y asegurar la flota del Perú de camino a España. En Enero de 1589 se iniciaba la construcción de doce galeones de mil toneladas en el Cantábrico, por lo que la teoría de que la Armada española quedo destrozada es un error, ya que en 1591 quedó restituida de nuevo.
Fuente: http://www.todoababor.es
Aunque la Jornada de Inglaterra  dejó perdidas para Felipe II, Isabel I tuvo que hacer frente a los gastos de la defensa, que alcanzaban casi los dos millones de ducados y por entonces no se habían empezado a pagar las compensaciones para los heridos en la batalla por falta de dineros. Pero la gran beneficiada de la batalla no Inglaterra, ya que no fue una victoria de guerra, aunque sí una victoria moral, el mayor beneficio lo tuvo las Provincias Unidas de Holanda, quien se pudieron sacudir el yugo de Farnesio y recuperar territorios a corto plazo y a largo plazo lograr su independencia. Por lo que respecta a España, no se podía permitir el avance de la herejía y menos que se introdujera en los reinos Peninsulares, por lo que Felipe II optó por la manera no más conveniente, pero si por la más probable, la guerra.

¿Fracaso o derrota? Desde Inglaterra como apuntaba J. Alcalá Zamora "El fracaso español se vendió como una gran victoria que había ocasionado la destrucción del poderío naval español.". El mayor impacto del desastre de la Armada fue más ideológico que militar, ya que los memoriales dejaron un sentimiento humillación y crisis de los valores hispánicos. La marina de Felipe II sería reconstruida al poco, pero fue necesario redoblar las cargas sobre el pueblo castellano con nuevas imposiciones. Otra consecuencia ha sido el masificado número de perdidas españolas, cuando en realidad un 70% de la flota regresó a puerto (de los ciento veintidós buques que penetraron en el canal de la Mancha, regresaron ochenta y siete, perdiéndose treinta y cinco naves en las tempestades). El fracaso de la Armada se ha intentado explicar por diferentes factores, como la sustitución al mando de la Empresa de Álvaro de Bazán por Medina Sidonia, la exigencia de la coordinación de la operación, los defectos en el abastecimiento (los británicos apuntan que esto sucedió por los ataques de Drake en 1587, otros historiadores creen que pudieron ser fraudes de los contratistas españoles), la escasa maniobrabilidad de los grandes buques de guerra, el menor alcance de fuego o el diluido secreto de la Armada, que ya era conocido en 1588 por toda Europa. También se ha apuntado el problema lingüístico, ya que en la Armada se hablaba castellano, italiano, alemán, portugués, vasco y levantino.
Aunque estas vacilaciones del monarca español pudieron tener un efecto positivo, ya que el temor de Inglaterra al desembarco español era conocido y más si se le suma la incertidumbre de no saber cuando se iba a realizar. En el fracaso también intervino el problema técnico, los grandes barcos españoles, poco maniobrables contra los barcos ingleses de menor tamaño pero más rápidos y con una potencia de fuego superior. El gran artífice de la mejora en los barcos ingleses fue John Hawkins que fue nombrado tesorero de la  Royal Navy en 1572 adecuando los cambios técnicos en las naves inglesas.
Fuente: hhh.gavilan.edu 


En mi opinión el objetivo ya falla desde sus inicios con el plan de Felipe II de hacer una operación combinada de las fuerzas de tierra de Farnesio y la Flota de la Mar Océana. Para el Rey Prudente no resultaba esencial destruir la flota inglesa, solo neutralizarla para conseguir el desembarco de sus Tercios en suelo inglés. La clave del fracaso nacía de su propio plan, como apunte antes,  ya que la idea de Farnesio, que Felipe II adoptaría, de combinar ambas fuerzas tenía un factor con el que no se contó y que fue a la postre decisivo, la marina holandesa. Para que el plan resultara efectivo, la flota holandesa debía estar ocupada para no tomar parte en la batalla, que como ya vimos fue clave para el bloqueo de los puertos de Flandes, además de las arenosas costas holandesas, para las que no estaban hechos nuestros buques. Esta tesis tiene más protagonismo que la creencia de que la marina inglesa tuvo todo el peso, ya que si así hubiera sido, no hubiera permitido el regreso de la Armada a las costas españolas, y se habría empeñado en destruirla por completo, cosa que no sucedió. Otra de la ideas que la historiografía inglesa se empeño por difundir fue la inexperiencia de Medina Sidonia, y si bien no era demostrada su pericia en los menesteres de los mares, si que era un gran organizador, y como ejemplo cito a Sanz Camañez: "Conocedor de los pertrechos náuticos (Medina Sidonia) alistó en tres meses las clases de tropas y marinería necesaria para la Armada cuando su antecesor, Álvaro de Bazán, no lo había conseguido en todo un año", por lo que no se puede culpar del fracaso sólo a Medina Sidonia. Tampoco se ha de hacer con Alejandro Farnesio, al que se vertieron acusaciones desde Venecia de ser un traidor y de querer proclamarse rey de Flandes y Brabante, de las que se demostraron siempre que fueron falsas.

Tras el fracaso, España preparó las estrategias para defender el Atlántico y los convoyes de las Indias, además de mejorar las defensas costeras, y nunca se abandonó la idea de la invasión de Inglaterra, de las que se sabe que hubo nuevas propuestas en 1596 y 1597. La reconstrucción de la Armada se hizo con gran rapidez ya que en 1591, la Armada contaba con diez escuadras. La política de embargos al corso funcionó y afectó con demasía a la flota holandesa y demostró que los mecanismos administrativos españoles seguían funcionando. Quedó demostrado que los ingleses no tenían la fuerza naval suficiente  para bloquear los puertos españoles y ni mucho menos para apresar los barcos que cargados venían de las Indias. Para J.S. Corbett la Armada española tuvo más su inicio que su final después de la Jornada de Inglaterra. en 1597 la Armada poseía ochenta buques de guerra  y el flujo de metales preciosos alcanzaría sus valores máximos en la década de 1590. Sería pues en el reinado de Felipe III cuando se abandono la política septentrional y se redujese de forma importante la flota española  rondando los diecisiete barcos en 1610. Por último analizar que los planes de Felipe II de invadir Inglaterra no eran nada descabellados, ya que la resistencia inglesa terrestre inglesa era una quimera, visto lo que ocurría en los fuertes en los Países Bajos en dominio inglés, donde con una compensación económica eran entregados a los españoles y por lo acontecido en 1688, donde una flota holandesa reunida por el príncipe holandés Guillermo III invadió Inglaterra y llegó a Londres sin ninguna oposición, rindiendo Londres de manera triunfal. Si la Jornada de Inglaterra hubiera tenido éxito y Isabel I hubiera sido destronada, los holandeses perdiendo su apoyo más importante no hubieran tardado en pedir la paz, aunque la historia fue muy diferente como ya conocemos.

Los motivos del fracaso pueden ser muchos y muy variados, pero es preciso seguír investigando para llegar al meollo de la cuestión, ya que todavía quedan algunas preguntas sin responder, y esperamos que el trabajo de los historiadores zanje dichas cuestiones.

Bibliografía utilizada:

Sanz  Camañes: "Los ecos de la Armada"
G.Parker: "Felipe II"
Gómez-Centurión: "La invencible y la empresa de  Inglaterra"

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